12.25.2005

Feliz navidad, Mr. Roth

Cualquiera que haya estado cerca a mí durante alguna navidad, (perdón, mamá) sabe que no me gusta. No por ser la navidad especialmente ruidosa, ni por los clichés, sino por lo mismo que odio el día del padre, y el de la madre, y el del amor y la amistad y cualquiera de esas fiestas: por falsas.

Pero tampoco soy Scrooge, a pesar de lo que diga la Rojas. Y esta navidad, a pesar de estar lejos de mi familia y de mis amigos, solo como un hongo en Nueva York, con mi ex novia favorita odiándome hasta los huesos (allá donde está acumulado el frío de estas últimas semanas), creo que puede haber cosas que se le pueden atribuir a la navidad. Desde Auggie Wren hasta Charles Dickens y Homero Simpson, a todo el mundo parece pasarle algo emocionante en alguna navidad.

Esta es mi historia.

Durante la mañana no hice mucho más que empacar mi maleta, ya que el 25 por la tarde viajo a Chicago a verme con Cristina. Eso ya sería suficiente emoción, pero ahora estoy hablando del 24 de diciembre, no del 25.

A las 3, y luego de oír incesantemente la lista ‘New York’ en mi computador (que incluye principalmente a tres cantantes: uno de Brooklyn, uno de Brixton y otro de Montreal), decidí salir a caminar por el Lower East Side. Quería confirmar, con mis propios oídos, si es verdad que there’s music on Clinton Street all through the evening.

No estuve allá sino hasta las 6 así que no pude confirmar nada, excepto que si hay música en las calles seguramente es reggaetón.

Caminé unos 300 metros sobre el Williamsburg Bridge, hasta cuando capté que ese no es el puente que cruza el tren y que me iba a tocar caminar mucho más para llegar a Bedford y coger el L. Me devolví por Clinton y crucé la isla por Houston. Subí a Bleecker por la Sexta, pasé por un mercado de pulgas donde compré un regalo y cogí la línea roja en Christopher, cerca a NYU y al apartamento de Alejandra.

Estaba cansado y no pensé en comer, como cosa rara. Volví hasta la casa, en la 121, después de un viaje largo acompañado por la historia de O. Lectura edificante para sitios públicos...

Empaqué el nuevo regalo y lo acomodé con los demás entre la maleta grande. Vi por segunda vez en dos días Mulholland Drive y me quedó claro que la culpa de todo la tiene Diane. Lo que no tengo muy claro es quién es Diane.

Hacia las 10 de la noche decidí salir a buscar mi banquete navideño. Dados la hora y el desquiciadamente religioso país en el que me encuentro (a pesar de esta ciudad fundada por ateos), opté por acomodarme a lo que encontrara abierto una hora antes de navidad.

Caminé hacia el Apple Tree, que está abierto siempre, siempre, incluso en Thanksgiving, pero estaban cerrando. Sólo pude devolver la película. Después atravesé Columbia y caminé por Broadway hacia el sur, hasta la 111, y lo único que vi abierto en el camino fue Le Monde, un francés que está muy bien de vez en cuando porque es bastante caro. Una hamburguesa para llevar, mientras espero en la barra.

Varias personas me habían saludado en el camino durante todo el día, porque la gente cree que como es navidad está bien hablarles a extraños. Uno hasta me dio un abrazo. Pero en Le Monde la gente es decente, New York Style, y no se mira a los ojos.

De pronto por eso, o tal vez porque alguna mala casualidad lo llevó a estar ahí, mi regalo de navidad estaba sentado en la misma barra tomándose un trago transparente en vaso largo.

Yo sólo esperaba mi hamburguesa y mis papas y alcancé a sentirme patético y triste, casi me atrapa el espíritu de la navidad, pero sólo un momento, porque fue ahí cuando mi mirada se cruzó con la de mi regalo de navidad.

Yo lo reconocí de inmediato porque hace poco leí una entrevista suya en The Guardian y había otra de sus fotos, y creo que a él le sorprendió que alguien lo reconociera en medio de la noche de navidad y en un bar más cerca de Harlem que de cualquier otro barrio. Le sonreí y no le dije nada, y él levantó su trago y brindó conmigo.

Alcancé a pensar el poco sentido que tenía que él estuviera ahí, solo y en una noche ‘especial’. Pero claro, es judío; no, tampoco, también está hanukkah y es sábado por la noche, además él vive en Connecticut o en alguna parte al norte del Bronx.

Pero era él.

Hice una cuenta feliz y rápida y pedí otra cerveza, y me acerqué para brindar con él. Hablamos de cualquier cosa: yo lo único que trataba de evitar era la literatura. No quería que se diera cuenta de que era un fanático de su obra después de haber leído apenas tres y medio de sus libros.

Terminé mi Heineken, llegó mi hamburguesa y puse cara de irme, pero él pidió otro de sus tragos, gin tonic, y me dijo que me quedara. Si señor, con gusto, muchas gracias señor, le dije como 16 veces. Hablamos del frío, de la navidad, de hanukkah. Luego, el ruido se hizo más y más fuerte: faltaban pocos minutos para las 12 de la noche.

Él levantó su vaso otra vez, me miró a los ojos y me dijo feliz navidad. Feliz hanukkah, señor, le contesté.

-No me diga más señor que me siento muy viejo para estar brindando con un extraño. Dígame Philip.

-Está bien, señor. Gracias, ‘Philip’. Pero... ahora me siento raro yo. Partamos por mitad:

Feliz navidad, Mr. Roth.

8 comments:

camo said...

oiga leyendo, pero primero dejeme felicitarlo por sus buenas fotos, leyendo que se vio varias veces mulholland drive, le queria contar que estaba obsesionado por comprender la pelicula y una tarde en suesca cuando escalaba estaba atascado hasta el terror en una ruta, a punto de caerme y pensando en tirarme a proposito para volar los menos metros posibles. cuando comprendi completamente y claramente la trama de la pelicula. estaba punto de llegar a un bolt, llegue, recogi cuerda sin esperanza porque senti que se me abria una mano si soltaba la otra para recoger cuerda... mire laconicamente hacia el piso, y traté de recoger cuerda mientras mi mano izquierda se abria lento, si lograba proteger en menos de un segundo quedaria, levante la cuerda y obviamente falle al primer intento, se acabo el segundo y cai con la barriga llena de polillas de aceleracion de la gravedad, y nunca mas me pude acordar cual era la puta solucion a la pelicula, solo cai unos metros y despues flotaba ingravido en pendulos en la cuerda pero nada que hacer.ni la cuerda ni la solucion. claro que con una escena como la del par de nenas en la cama, a quien le importa si la pelicula puede o no llegar a tener un sentido??.

Anonymous said...

bueno muy bueno

Anonymous said...

Oiga marica: que tenga buen 2006.

María Paula Muñoz said...

NOOO,Nolo puedo creer yo ando por ahí fanática de ese señor, y tambien le hubiera dicho señor más de 16 veces si mis gin and tonic me lo hubieran permitido. Bueno R. y que tal el fin de año? y el frio? efectivamente vuelves a NY. con lo que el viento se llevo?
Te quiero y extraño.

Anonymous said...

An NY corner

Anonymous said...

WAW que delicia de navidad. A mi tampoco me gustan esas fechas por la misma razon. Que bueno que la pasaste! Ya vienes?
Kalamityjane

Anonymous said...

no lo puedo creer !! el mismisimo Mr. Roth .... buen regalo de navidad ...

elpatojo said...

Ragalazo compadre. Sobre todo para alguien que no cree en ese espíritu navideño (a lo mejor ésa es la intención).
La próxima vez que pase por NYC, me haré el desentendido para ver si tengo tu suerte.
Que tengás un buen año.
elpatojo.