11.30.2005

Dos (rough cut)


Hasta ahora nos hemos dicho la verdad. Y yo, la verdad, preferiría no ir a bailar salsa.

Creo que la frase, o mejor la idea detrás de la frase no le gustó, pero no le dejé más opciones. Llevábamos una hora hablando y desde antes de subirnos a ese taxi ya me había dicho que quería darme besos. Y aunque no se lo podía poner tan fácil, yo creo que yo también quería, o al menos quería que él pensara que yo quería.

Pero ya estamos llegando, me dijo, es un sitio buenísimo y ya estamos cerca. Vamos entonces al centro y no perdemos el viaje, le dije yo, y le tocó aceptar.

Pagó y nos bajamos en la 15, no muy lejos de la universidad. Yo quise darle la mitad de la plata pero me dijo que mejor le comprara algo adentro. Apenas entramos me preguntó qué quería tomar y yo sonreí y le dije que cualquier cosa. Tequila, dijo, y a mí me pareció delicioso y por error volví a sonreír antes de darme cuenta que primero salsa y después tequila quería decir que este tipo me iba a meter en problemas. Demasiado tarde. Tequila.

Creo que él también se dio cuenta que lo del tequila era demasiado frentero y le preguntó a la barwoman si había algún coctel con tequila, a lo que ella respondió con dos vasos grandes llenos de algo rosado que olía mucho a tequila. No sé cuál es la idea de mezclar y a mí la verdad me hubiera gustado pedir media botella, limones y mucha sal. Pero ya valía más coquetear que decir la verad.

El sitio estaba lleno de gente, lo que no habla de muchas personas sino de un espacio reducido. El bar, que alguna vez fue una droguería, mantenía colecciones de botellas de vidrio con grabados de hierbas. El techo no era muy alto y el piso no estaba a nivel, cosa que hacía que la concurrencia de antropólogos y literatos se sintiera en casa. Si, yo sé, yo estudio antropología también, pero me gusta criticar.

Nos paramos cerca de la puerta del baño, en el único espacio donde se podía bailar sin estar demasiado cerca, y me alegré de no haber ido a bailar salsa. No era el mejor para bailar pero era tremendamente sexy. Daban ganas de abrazarlo. Pero yo, en ese momento, todavía pensaba que podía pasar la noche sin darle un beso.

Con gran esfuerzo nos tomamos los dos vasos de cosa rosada con olor a tequila y cuando le entregué el mío vacío le dije que si íbamos a tomar más tequila que fuera en shots. Entonces, fue él quien sonrió.

Después de los shots me di cuenta de que desde el primer momento nunca tuve control de la situación: el tequila ya estaba haciendo huecos en mi voluntad; además, como debí recordar con los cientos de veces que vine a este sitio, empezó a sonar salsa. Después de media canción le dije por última vez en la noche que no le iba a dar besos.

Y no volvió a preguntar.

Una hora más tarde, frente a mi casa, me tocó una mejilla y me dijo que mi novio era un tipo con mucha suerte. Si, pensé, pero la tonta que va a dormir sola esta noche soy yo.


11.28.2005

Uno (rough cut)

Llegué a la casa con la firme convicción de no salir por nada del mundo. Era martes en la segunda semana de enero y once horas en la oficina eran suficiente excusa para llegar, tomarme una cerveza, darle un par de toques a un recién comprado kit de creepy y dormir viendo algún concierto en DVD.

El único mensaje en el contestador era de Camila, mi roommate, acordándome del cumpleaños de Paula. Yo sabía que era su cumpleaños, pero no me quería acordar. Tienes que acompañarme porque Camilo va a estar allá y yo no pienso llegar sola, decía su voz. Camilo y Camila. Era obvio que eso no iba a funcionar.

Pero entonces no era tan claro y terminó convenciéndome. Vamos un rato, dijo, un rato corto, que mira cómo se me pone el estómago sólo de pensarlo.

Llamamos un taxi media hora más tarde, cuando Camila llegó de la librería. (Ella trabaja en una librería de niños que se llama espantapájaros, o algo así, a la que yo no voy desde hace como 10 años cuando iba a visitar a una ex novia. El mundo es insoportablemente pequeño a veces.) Nos bajamos frente al edificio de Paula, unos 15 minutos después.

En el ascensor yo ya me había arrepentido de ir. No es que no quisiera ver a Paula, pero a pesar de que nos conocemos hace 10 años y sé más historias suyas de las que debería, lo único que tengo en común con sus otros amigos es a ella.

Cuándo sale tu próxima novela, me preguntaron más de tres veces en los primeros 5 minutos. Son cuentos, no una novela; nunca he escrito una novela. Y para qué preguntan si no los van a leer y, lo que más me importa ahora, ni siquiera los van a comprar.

Me abrí camino hasta la sala, donde estaba Paula, y el abrazo que me dio hizo que valiera la pena haber ido a verla. Saludé a María y a María, dos gemelas que se divierten confundiendo a la gente en un juego en el que yo no caigo: María Paula me mira distinto que María José porque a la segunda la he visto venirse, así que las reconozco.

Camila ya estaba con Camilo, buscando hielo en la cocina o con alguna otra excusa para estar solos. Yo quería saber la hora, para saber en qué momento podía empezar a decirle a Camila que nos devolviéramos a la casa. Miré hacia mi brazo, con pereza de moverlo, y me crucé con una sonrisa que me puso a temblar las piernas.

No sé qué cara puse, pero María Paula se me acercó desde el otro lado de la sala (yo ni me movía) y me dijo en secreto No, no se puede, tiene novio y además tiene 19 años.

Mierda, pensé, sin quitarle la mirada. Tiene 19 años y me va a romper el corazón.

11.24.2005

come again?

Llevo más de 15 horas tratando de terminar un perfil que simplemente no se deja escribir. Me puse a dar vueltas por la wild wild web y terminé en la página de merriam webster que define las nuevas palabras y términos del inglés.

brown out
(verb) : 1) To be unable to explain a concept/idea which one is very familiar with and usually can remember. 2) n) A brief period of forgetfulness or a short time when one is unable to remember something he/she knows or explain a word or concept to another clearly.

De qué estabamos hablando?

11.21.2005

College Walk

Alma Mater, de espaldas, y la Butler Library, desde Low Library. En el centro, el College Walk. A la derecha, de cuatro pisos, Lerner, y el más alto es Carman. Y a la izquierda, con el 'altillo', el John Jay building. 5 p.m., un día en noviembre.

11.20.2005

Autumn in New York

Es domingo, hace 'calor' de 13 grados centígrados y estoy tomándome un capuchino que parece de verdad con Alessandro el grande en un lugar a menos de un minuto de caminata desde nuestro edificio. Amsterdam y 120.

La mesera habla en un español cuya procedencia todavía no logro captar y es bastante rápida con los croissants y los panes de chocolate. El chocolate está derretido y la masa del pan no está demasiado caliente.

Tengo que escribir 1500 palabras para mañana y por un milagro que no sé a quién atribuir, tengo más de 1500 palabras listas para escribir y ganas de hacerlo aunque el sol está brillando sobre Central Park.

Me encierro en el apartamento -todavía no me acostumbro al olor a humedad- organizo la ropa y me siento a escribir. Primero esto, dejo para después las otras 1500 palabras. La luz del otoño entra por esta ventana -que apunta hacia el sur- como si apuntara hacia el sol.

Suenan David Byrne y sus muchachos. This used to be real estate, now it's only fields and trees...

Timbra el teléfono y esta vez sí es ella. El mundo, finalmente, es perfecto.

11.18.2005

qué país este...

The professor makes a point: You shall not lie.

Some people take notes.

11.04.2005

Look at the time

november 4. the fan is on. the window is open. "what was that thing," g.w. said, "that happened in kyoto?"