8.25.2013

De Boyacá a La Habana en 60 años

Más allá de las políticas de Santos o de Uribe o Pastrana o Samper, desde siempre Colombia ha mirado al campo como un desperdicio de espacio de recreación -cuando no de enriquecimiento, legal o ilegal. "Salir adelante" lleva décadas siendo sinónimo de salir del campo, de volverse citadino. En ese escenario los campesinos que se quedan son un estorbo ante el alcance de la gran agricultura extensiva o son descartables porque no son arribistas, como deben ser los colombianos de bien de los que los noticieros y periódicos nos hablan desde que tengo memoria. (Hasta de pronto sí lo son, pero ¿quién en el poder conoce realmente a un campesino?) Es increíble que nadie se dé cuenta en la Casa de Nariño que lo que están negociando en La Habana se hubiera podido evitar hace 60 años si Colombia hubiera tenido desde siempre más respeto por el campo. Y ahí sí, Uribe y todos ellos, y sobre todo sus amigos que se reparten la tierra desde sus escritorios en Bogotá y Washington y quién sabe dónde más, ellos son los más indignados frente a una propuesta de hacer paz con las FARC. Son ellos a los que les parece que con "unos campesinos sublevados" no hay que sentarse a negociar nada. Tirofijo, antes de liderar un grupo armado para el cual el campo no era más que un desperdicio de espacio para cultivos de drogas, antes de matar y secuestrar por medio país hasta el punto de lograr que el otro medio se llenara de paramilitares, mucho antes de eso Tirofijo era un campesino sublevado. ¿Será que nos va a tocar esperar 60 años y miles más de muertos para que desde Bogotá les oigan a los líderes de la protesta campesina lo que tienen que decir hoy?